El 19 de septiembre de 1985 hubo un acto famosísimo para las telecomunicaciones, el periodista de televisión, Jacobo Zabludovsky, portaba un teléfono celular montado en su Mercedes Benz 300GL y con él hizo una de las crónicas de audio (podcast le llamarían ahora) más importantes en la historia de las ciencias de la comunicación del país. Circulando con su carro narró el estado de la ciudad que no soportó el sismo de ese día a las 7:19 de la mañana.
Pero no todo fue miel sobre hojuelas, al igual que el 20 de marzo, las líneas telefónicas colapsaron, sobre todo por la caída de cables, ya que la tecnología era todavía alámbrica. Varías semanas tardaron antes de que se restablecieran las conexiones.
Por ello, casi toda la ciudad quedó incomunicada: solo trasmitía TV el canal 13, la gran mayoría de las estaciones de radio no tenía locutores, las instalaciones estaban dañadas o de plano se cayeron. Los periódicos tardaban en salir; así que hubo miles (millones) que no sabían que pasaba.
Todos aquellos que estaban fuera de su casa cuando sucedió el terremoto no se comunicaron con sus semejantes hasta que los tuvieron frente a frente al regresar a cara, no había tecnología que permitiera bajar la incertidumbre después del temblor.
Pero el 20 de marzo sucedió otro temblor de casi la misma proporción que aquel lejano día negro de septiembre de 1985. Sin embargo, con matices, sucedió lo mismo. De inmediato al término de los movimientos sísmicos todos a la vez quisieron comunicarse vía telefonía celular, eso generó un colapso del sistema. Además hubo afectaciones a instalaciones, Iusacell en específico, que dejo de dar servicio por horas.
Ahora la tecnología permitió que la gran mayoría se comunicara con sus seres queridos para bajar la incertidumbre pero gracias a la tecnología que ya no es alámbrica sino satelital, quizá tardado pero esa llamada se realizó. Incluso la telefonía local no se interrumpió de manera generalizada y así la incertidumbre familiar se acabo de tajo.
Y también hubo una crónica cercana a los anales de la historia: cuando cientos de miembros de las redes sociales de inmediato comenzaron a mandar sus reportes sobre la situación. Mientras el Gobierno decía sin novedad, los cronistas modernos hasta fotografías enviaban sobre los daños. Mostraron todo cuanto pudieron sobre sus impresiones del evento y estuvo visible para todos al momento en tiempo real.
Pero no es tan histórica como la de 1985 porque simplemente eso es normal en nuestros tiempos donde TODOS quienes somos parte de una red social somos periodistas en acción que presentan su noticia al momento; que se hace posible gracias a la tecnología.