lunes, 4 de enero de 2010

LOS VENDEDORES AMBULANTES.

Soy habitante del Distrito Federal, la capital de México y además también habito dentro del perímetro de la Delegación Cuauhtémoc, lugar donde se encuentra el centro histórico y una zona amplísima de mercados de todos tipos. Evidentemente también es un lugar donde se concentran los más diversas formas de vendedores ambulantes. Por ello quiero tocar este tema desde tres puntos de vista diferentes para comprender mejor la problemática: el marco histórico y las situaciones actuales tanto de la sociedad, así como la economía del país.

Históricamente el vendedor ambulante existe desde siempre dentro de la cultura mexicana, incluso hay datos previos a la conquista. De esa época es la palabra “tianquiztli” o la palabra en español actual: tianguis. Ya desde aquel tiempo se comenzó a elaborar lo que es una versión actual un “centro de mercadeo” o plaza y los llamados “mercados ambulantes”. Tanto Bernal Díaz del Castillo como Bernardino de Sahagún describen a su manera la belleza de los mercados aztecas y el bullicio que creaban.

La evolución del México independiente se hace basada en el traspaso de mercancías a lo largo del país y sobre todo dentro de la capital mexicana. Dentro de ella había una serie de canales que comunicaban el sur y oriente con los mercados de abasto ubicados en el centro de la Ciudad. Simplemente en el terreno que hoy ocupa la Suprema Corte de Justicia de la Nación era la llamada plaza del volador que durante mucho tiempo fue el centro de abasto más importante de la capital.

En la parte de atrás, lo que es la calle de Corregidora se encontraba la Acequia Real lugar donde llegaban los transportes acuáticos para llevar todas las mercancías hacía otros puntos de la Ciudad a través de la red de canales que llegaban a Xochimilco, Tlahúac, incluso hasta Chalco. Eso sin contar al Mercado de Sanjuán ubicado en la zona que actualmente se le denomina Salto del Agua. Asi, el Centro Histórico de la Ciudad de México ha tenido de manera fija o ambulatoria todo tipo de vendimia.

Ha sido hasta los últimos tiempos donde, al menos no en temporada navideña, ya no existen más vendedores ambulantes dentro del Perímetro A del Centro Histórico. Sin embargo es una situación, ya no lo llamaría problema, por que históricamente existe de siempre. No se puede quitar una costumbre milenaria y cultura, eso si debe venir una regulación y legislación completa para que el malestar social disminuya.

El ambulantaje se debe analizar desde la perspectiva social para que quede completo el panorama de su situación o su problemática. Es un hecho que los vendedores ambulantes causan problemas a nivel social. El más complejo es de su posición ante los peatones, ante los automovilistas y sobre todo de su colocación en las vías públicas. Su ocupación se vuelve un estorbo para los establecimientos comerciales sino ante todo aquel que deba circular por la zona, en algunos casos ha habido problemas sociales por “el uso e la banqueta”, al grado que algunos comerciantes llegan a declarar la propiedad del pedazo.

Esto es grave por que es parte de la cadena de corrupción e impunidad que vive el país. Líderes que se aprovechan de las necesidades económicas de las personas para ofrecer cualquier tipo de puesto en pelan vía pública, sin importar más solventar esa necesidad económica. Luego estos puestos y personas que los atienden se vuelven en carne de cañón para las diversas manifestaciones, plantones y demás métodos de presión política. Muchos políticos han apuntalado sus carreras en los vendedores ambulantes como Dolores Padierna, por citar alguna.

Lamentablemente hay personas que soportan todas las presiones políticas con tal de tener una fuente de ingresos. Es donde entran en juego las razones económicas a nivel país sobre los vendedores ambulantes como generador de empleos, en algunos casos fuera de la economía formal y en otros (la minoría) parcialmente dentro de la formalidad. Por ello la situación debe verse desde le punto de la calidad y cantidad de empleo disponible en el país. Un salario mínimo no tiene un poder adquisitivo de calidad para sobrevivir, en algunas familias se deben de buscar dos, tres o más fuentes de ingreso. Mientras esto suceda la gente va a buscar trabajo en cualquier lugar, no importando la forma, aquí se observa como interviene la opción delincuencial en lugar de laboral, aunque ésta última sea informal.

Entra en juego la corrupción: se abren tianguis informales y se cobra su ingreso y permanencia en él, os líderes están de acuerdo con las autoridades y cuando ellas necesiten de organización social para cualquier evento: pues allí están los tianguistas. Los que se enriquecen son los “líderes de comerciantes” y las autoridades en turno, ¿qué gana el vendedor ambulante?, pues un lugar de trabajo y de ingreso económico. También esta corrupción implica un encubrimiento para evadir impuestos de todo tipo: luz, agua, predial, IVA, ISR y toda la letanía que los Diputados y Senadores en turno nos han endilgado.

Así como habitante del Centro de la Ciudad debo aguantarme por que estoy consciente que el ambulantaje no podrá ser erradicado de la cultura mexicana y que mientras no sean mejoradas las condiciones económicas de los estratos bajos de la población, seguirá habiendo vendedores que se la jueguen para llevar un taco a sus mesas. No importa la consiguiente molestia de otros estratos sociales, porque seguirán siendo protegidos por los halos de impunidad que hay actualmente dentro de la nación.

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